Manuel Padorno: la mirada arborescente* |
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Fernando Castro |
La idea romántica de que el acto creativo no depende de la habilidad técnica del artista sino de la potencia espiritual que dimana de su mundo interior, es decir, de su necesidad de autoexpresión, ha dado lugar a este nuevo vínculo entre pintura y poesía. La crítica no puede hacer otra cosa que analizar cuándo tal relación ha sido fructífera, o cuándo estéril, y por qué. En algunos artistas, me estoy refiriendo ahora a Manuel Padorno, esta relación no sólo ha sido productiva sino complementaria. Debo advertir, sin embargo, que en este caso dicha complementariedad sólo significa que si nos enfrentamos a un cuadro suyo, podemos disfrutar de su contemplación aunque no sepamos nada de su otra faceta creativa, pero si hemos leído alguno de sus libros de poesía, tanto mayor será el placer que nos deparará el conocimiento de su pintura; y a la inversa. ¿Cómo explicarse esto? Aventuro la hipótesis ya enunciada en el título del texto crítico: la mirada que Manuel Padorno proyecta sobre el mundo en que vive, y no sólo sobre lo visible sino también sobre lo invisible, lo que conoce y lo desconocido, lo que ignora, es una mirada arborescente. Pretendo que esta aseveración sea algo más que una simple metáfora literaria. La metáfora del "árbol de luz" es, como se sabe, uno de los ejes de toda su poesía:
Pero no sólo hay que ver en ella una connotación retiniana, que alude al placer de los sentidos, ya que el árbol de luz es también el árbol del conocimiento. Reivindico esta metáfora de la poesía de Padorno como hipótesis crítica que me sirve para abordar el estudio de su obra pictórica. (2) En la idea del árbol de luz estaría –según esta hipótesis- la noción de una experiencia vital que se ramifica trazando en el espacio direcciones impredecibles, así como en la idea de la luz está implícita la de un conocimiento que es capaz de transformar radicalmente nuestra vida. El arte es una iluminación profana, como decía Walter Benjamin. No hay contradicción entre el conocimiento y la vida. Así, gracias a la luz, corre la savia por las ramas del árbol de la vida. |
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